Procedentes de España, llegan las Religiosas Filipenses a Chile en el año 1951, por iniciativa de don Pedro Muñoz, párroco de la Iglesia San Lázaro. A partir de ese momento se hacen cargo de la escuela parroquial con la ilusión de comenzar una nueva tarea que el Señor les ofrecía en tierras de América.
La primera comunidad Filipense se instala en la calle Vergara, lugar donde funcionaba la Escuela “Dolores Lopehandia”. Una escuela sencilla, dedica a atender a niñas de enseñanza básica del sector Centro de Santiago, y que las religiosas acogen con mucho entusiasmo y dedicación. Desde este lugar un grupo de religiosas salía para atender las actividades del Colegio “Rosario Valdivieso”, llamado más tarde “Nuestra Señora de la Asunción” que se ubicaba en la calle Dieciocho.
Variadas actividades centradas en la labor social, muestran el sello del Carisma y Espíritu que anima la Congregación: catequesis de niños y familiar, grupos juveniles, colaboración en la acción litúrgica de la parroquia.
Labor que con el transcurso del tiempo se va enriqueciendo y surge la necesidad de fusionar los dos colegios de Santiago, ya que no se consideraba justo mantener una escuela gratuita junto a un colegio pagado.
Se concreta esta integración en un ambiente de efervescencia social y política, estimulada por los cambios que vivía el país a principios de la década de los 70. Queda así un solo Colegio en la calle Vergara, que acoge a la Escuela Particular Nº 57 “Dolores Lopehandia” y el Liceo “Nuestra Señora de Lourdes” de enseñanza científico humanista.
Con el paso de los años, la escuela adquiere mayor vigor y expansión. En el año 1981 se comienza la construcción de un moderno edificio dedicado a sala de clases y subterráneos de uso múltiple. Construcción que con toda la comunidad formada por padres de familia, hermanas, profesores, personal del colegio y alumnas se hace realidad.
La estabilidad que se logra a través de los años y la necesidad de atender a las solicitudes del alumnado y de la comunidad, se impulsa la idea de extender la educación básica a educación media nuevamente en el Colegio, creando en 1985 un primero medio que avanza gradualmente. En este período se cambia el nombre a la escuela Dolores Lopehandia y pasaría a llamarse definitivamente Colegio Filipense.
En el año 1988 se licencian un grupo de 44 alumnas pertenecientes al primer cuarto medio. Se desarrolla una nueva etapa de ampliación y consolidación de la tarea educativa y pastoral. La antigua casona de Vergara dará paso a un nuevo edificio que con esfuerzo y trabajo se va transformando y ampliando una vez más.
La antigua casa de Gorbea se transforma en un hermoso salón, con oficinas, casino y una sala de computación que continuamente se está modernizando.
El año 2000 el Colegio ingresa a la Jornada Escolar Completa, dando una nueva oportunidad a las familias para una mayor y mejor atención al alumnado. Se reestructuran nuevos espacios de participación tanto para las alumnas, los profesores, padres y apoderados. Se crea el Gobierno Estudiantil Filipense, los diferentes consejos y coordinaciones de enseñanza.
En el año 2001 el Colegio Filipense cumple 50 años de vida. Celebración que se realizó con diversos encuentros, congreso de profesores, ceremonias, actividades sociales y religiosas para agradecer a Dios y festejar tan importante fecha.
Siguiendo con el plan de expansión, se van implementando nuevos proyectos, se adquiere un terreno el que sirve de patio y lugar de realización de diversas actividades culturales y recreativas. Se construye un nuevo edificio en donde se ubica la Biblioteca, salas de clases de enseñanza media y sala de estar para personal del Colegio.
El año 2012, nos encontramos con un Colegio que ha crecido y que ha ampliado sus espacios y lo sigue haciendo, para atender a un importante número de alumnas, desde la enseñanza parvularia a la enseñanza media , que provienen de las distintas comunas de Santiago, buscando una educación integral a la luz de la Identidad de los Colegios Filipenses.
En Marzo de 2015, se bendijo el nuevo edificio de la calle Carrera, lugar donde funciona una sala de música, artes visuales, tecnología, pastoral, sala de sesiones y camarines para alumnas de enseñanza media.
Todo este camino recorrido nos ha permitido colaborar en la tarea de formar para una “RENOVACIÓN CRISTIANA DE LA SOCIEDAD”, lo que vemos reflejado en el aporte que hace cada una de nuestras ex alumnas en los distintos ámbitos de nuestra sociedad, manteniendo vivo el Espíritu Filipense.