Por muchos años y desde sus inicios, el Colegio Filipense de Santiago ha funcionado como un colegio destinado a formar a niñas y jóvenes con un marcado carácter pastoral y social. Sin embargo, nuestra sociedad ha ido evolucionando y exigiendo nuevos desafíos para la escuela, entre ellos la forma de concebir nuestras relaciones sociales, las que se dan en un ambiente no sólo de mujeres o de hombres, sino también en una integración entre ambos sexos sin distinciones, por lo tanto nos tocas cumplir un rol de educar a mujeres y hombres con conciencia de equidad de género para construir una sociedad más justa, tolerante e integrada.
En nuestro país ha surgido una “ley de inclusión” que ha llevado a los colegios a tomar muchas decisiones en cuanto a estructura y funcionamiento de los mismos. Por lo tanto, se requiere de esfuerzos intencionados para hacer más inclusiva la educación.
Según datos del Mineduc (2017), actualmente la gran mayoría de los colegios del país (96%) son mixtos y sólo el 2,2% son exclusivamente de hombres; el 1,8% de mujeres. En los últimos años varios establecimientos que eran exclusivos de un género han ido pasando a ser mixtos, sumándose a las demandas expuestas por jóvenes de colegios emblemáticos hoy en nuestro país, quienes anhelan la integración entre hombres y mujeres a través de una educación conjunta.
Las familias que se han ido construyendo en nuestro país son menos numerosas y con muchas limitantes para desarrollar habilidades sociales, de interactuar con otros, y especialmente de sexo opuesto, lo que se torna una necesidad el crecer juntos entre niñas y niños pues la construcción del mundo compartiendo en distintos roles, espacios de trabajo, responsabilidades, complementando habilidades y mejorando la efectividad por medio del trabajo en equipo. Las nuevas necesidades de las familias desafían a la escuela no solo entregar una educación de calidad, sino también el complementar su labor en el desarrollo de otras habilidades sociales, en hábitos de autocuidado, la vivencia de valores, en especial el respeto por todas las personas sin importar sus diferencias individuales, como el sentido de pertenencia y responsabilidad social y medioambiental.
Como Colegio, nuestro principal objetivo está en formar a niñas y jóvenes con una sólida formación académica y pastoral, con una alta carga testimonial de valores para que sean capaces de lograr una “transformación cristiana de la sociedad” en el lugar que les tocará desarrollarse. Esto quiere decir que no estamos pensando formarlas solamente para el presente y que su éxito sea personal e inmediato, sino para que sean capaces de integrarse en sociedad y marcar un sello que las identifique y las haga partícipes de los cambios que nuestra sociedad requiere para ser más justa, equitativa y solidaria con los demás.
La vida en sociedad es mixta, mucha de la educación pre-escolar es mixta y la educación universitaria es mixta, el mundo del trabajo es mixto. En definitiva toda la vida fuera del colegio es mixta. Existe poca evidencia que respalde la segregación de género, el efecto mayor en el aprendizaje depende más del profesor que si el colegio es mixto o no, por lo que creemos profundamente que esta es una propuesta para preparar a nuestras estudiantes para la vida en sociedad.
La educación segregada por género reduce las oportunidades para niñas y niños de trabajar en conjunto en un espacio intencionado y supervisado; se limita las oportunidades de los niños y niñas para desarrollar una amplia gama de comportamientos y actitudes, ya que las interacciones positivas y cooperativas con otros integrantes de un grupo es una forma positiva y efectiva de mejorar las relaciones intergrupales de convivencia.
Todos los colegios filipenses del mundo son mixtos, y en Chile, el único que ha mantenido este modelo ha sido el Colegio Filipense de Santiago, por lo que se siente esta necesidad de transitar de un colegio de niñas a una educación mixta en un mediano plazo. Para ello, el Equipo de Gestión del colegio ha planteado la factibilidad de transformarse en un colegio mixto, comenzando por Kinder el 2018 y progresando paulatinamente según avanza la cohorte.
Un modelo mixto de educación, busca ofrecer igualdad de oportunidades para hombres y mujeres en espacios comunes, generando procesos de socialización sin perder la identidad femenina y masculina de cada ser.
Somos conscientes que muchas familias matricularon a sus hijas en el colegio por ser de género femenino, por lo que el proceso debe ser gradual, respetando la conformación de cursos existentes. Los cursos mixtos crecerán de manera progresiva desde Kinder y no se permitirá el ingreso de ningún niño en otro curso.
Por otra parte, también muchas familias esperan este cambio, es así como en la encuesta aplicada a familias del Colegio Filipense durante el año 2015, como parte de información obtenida en relación a los cambios en nuestro sistema educacional, aplicada desde Kinder a 3° Medio, el 68% votó que está de acuerdo que el colegio fuera mixto.
En este sentido, no se trata solamente de readecuar baños para hombres y mujeres, sino también revisar estilos de aprendizajes entre varones y niñas, cuáles son sus características y desarrollo de habilidades de cada uno y como se integran para lograr un mejor aprendizaje de ambos.
Este cambio requiere de una mirada distinta, supone cambios de estructuras, curriculares, de estrategias, de lenguaje, de formación, de capacitación docente y asistentes de la educación para abordar de la mejor forma la integración.
En la revista Psyche (2000), de la escuela de Psicología de la Universidad Católica, señala que “independientemente de la modalidad educativa, lo importante es visibilizar la temática del género en el contexto escolar, de modo que padres y profesores tomen conciencia de las fortalezas y debilidades presentes en cada género para poder planificar en forma más eficiente las estrategias educacionales” ya que “pensar que la sola adopción de la coeducación o de la educación segregada garantiza la abolición de una socialización estereotipada y prejudicial (prejuiciosa), para el desarrollo pleno de ambos géneros, parece simplista y restringido”
Estamos conscientes que el solo hecho de transformar los cursos mixtos no solucionará los problemas de equidad de género, por lo que será un tema permanente de preocupación y trabajo de toda la comunidad para una verdadera integración entre niñas y niños.
Equipo de Gestión
Colegio Filipense